jueves, 9 de mayo de 2013

El Juego del Escondite



El juego del escondite o juego de las escondidas  es un juego universal. Uno cuenta  100, los demás se esconden y a encontrarlos toca. La persona que cuenta no mira, se tapa los ojos , pero no vale hacer trampas, como la persona del fotomontaje.
El  siguiente texto ilustra muy bien el juego.
Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la tierra  todos los sentimientos y cualidades de los hombres.  Cuando el aburrimiento había bostezado por tercera  vez, la locura, como siempre tan loca, les propuso: ``¡Vamos a jugar a las escondidas!''

La intriga levantó la ceja y la curiosidad sin poder contenerse  preguntó:  ``¿A las escondidas? ¿Cómo es eso?''  ``Es un juego -explicó la locura- en el que yo me tapo la cara  y comienzo a contar desde 1 hasta 1,000,000 mientras ustedes  se esconden, y cuando yo haya terminado de contar, al primero
de ustedes que encuentre ocupará mi lugar para continuar  el juego.'' El entusiasmo bailó secundado por la euforia.
La alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la duda  e incluso a la apatía a la que nunca le interesaba nada.  Pero no todos quisieron participar. La verdad prefirió no esconderse.  ¿Para qué? Si al final siempre la encuentran. La soberbia opinó que  era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiera sido de ella). Y la cobardía prefirió no arriesgarse.

``Uno, dos, tres, ....'' -comenzó a contar la locura.  La primera en esconderse fue la pereza que se dejó caer tras la  primera piedra del camino. La fe subió al cielo y la envidia se  escondió tras la sombra del triunfo, que con su propio esfuerzo  había logrado subir a la copa del árbol más alto. La generosidad  casi no alcanzaba a esconderse, cada sitio que hallaba le parecía  maravilloso para alguno de sus amigos.

¿Qué tal un lago cristalino? Ideal para la belleza. ¿La rendija de  un árbol? Perfecto para la timidez. El vuelo de la mariposa,  lo mejor para la voluptuosidad. ¿Una rafaga de viento? Magnífico para la libertad. Así la generosidad terminó por ocultarse en un  rayito de sol. El egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno  desde el principio, ventilado, cómodo, pero sólo para él. La mentira
se escondió en el fondo de los océanos (en realidad se escondió detras  del arco iris). La pasión y el deseo en el centro de los volcanes. El olvido... se me olvidó dónde.

Cuando la locura contaba 999,999 el amor aún no había encontrado  sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado, hasta  que divisó un rosal, y estremecido decidió esconderse entre sus flores.
``¡Un millon!'' -contó la locura y comenzó a buscar. La primera en  aparecer fue la pereza, sólo a tres pasos de una piedra. Después se  escuchó a la fe discutiendo con Dios sobre zoología y a la pasión y al  deseo los sintió vibrar desde el fondo de los volcanes. En un descuido  encontró a la envidia y pudo deducir donde estaba el triunfo.

Al egoísmo no tuvo ni que buscarlo, el solito salió disparado de su  escondite que había sido un nido de avispas. De tanto caminar, la  locura sintió sed, y al alcanzar el lago descubrió a la belleza.  Con la duda le resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada  sobre una cerca sin decidir aún en que lado esconderse.  Así fue encontrando a todos; al talento entre la hierba fresca; a la  angustia en una oscura cueva; a la mentira detrás del arco iris y  hasta al olvido que ya se había olvidado que estaba jugando a las  escondidas. 

Sólo el amor no aparecía por ningún lado. La locura  buscó detrás de cada árbol, debajo de cada piedra, en la cima de las  montañas y cuando estaba por darse vencida, divisó un rosal... y  comenzó a mover las ramas. Cuando de pronto, un doloroso grito  se escuchó. Las espinas habían herido en los ojos del amor...

La locura no sabía que hacer para disculparse; lloró, rogó, imploró,  pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo. Desde entonces,  desde que, por primera vez se jugó a las escondidas en la  tierra, el amor es ciego y la locura siempre lo acompaña.
 
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